Azuzado me siento,
cual perro, enardecido por el odio de la mano dueña. Mano que, de forma incesante
y sin tapujo ni remordimiento, golpea con baja moral el recuerdo, enterrado en
las edades de la indiferencia, que hoy en día no hace más que traer discordia
ante los oídos concordantes con las tragedias pasadas.
Envuelto en el fino
celofán de la impunidad, veo reflejada la peor de las autocríticas, ruborizando
incluso a quien, con puñal en mano frente al cadáver de su inocencia, mira con
cara de pasmada indignación al acusador de crímenes sin testigo.
Me veo forzado a
creer, frente a la intolerancia de tal convicción, que el deseo de estar es
sincero, aunque visto tras los cristales de la intolerancia y cansancio todo
parece sucio y corrompido por la rutina de no saber a quien culpar por nuestras
malas disciplinas.
Es ahí donde el “cómo”
se encuentra con el “por qué”, siendo el segundo el, al parecer, menos
importante en casos de disputa. Algunos seguimos creyendo que tal vez este si
justifique al primero, de forma, aunque sea, parcial. Pues, ¿dónde nos
encontraríamos si juzgáramos los hechos por su consecuencia sin tener en cuenta
su naturaleza?
Hoy me pregunto, ¿es
qué ya no nos vemos hermosos como solíamos creernos en épocas de pecados
inculpables?.
La belleza que
proclamamos con anterioridad sobre nuestras personas y cercanos, se esfuma a
velocidades incomprensibles, pero aún así nos aferramos a la idea de vernos
impávidos ante el tiempo y la progresión del mismo sobre nuestros relacionados.
Así, cada paleada,
vuelve más profunda la tumba social que nos conjuramos al no elegir ser amables
con las verdades. Verdades que escupimos a quienes enfrentamos con desnuda
postura de honestidad.
Estamos negando
nuestro instinto de autoconservación y nos place, por que es la única cosa que
nos queda por elegir. Nuestra última rebelión solo puede ser llevada a cabo
contra la última de nuestras libertades, la elección de un futuro.
2 comentarios:
Esta bueno. Pero sentí que a la vez que era una redacción más clara, también habían más palabras raras xD.
Suelen ser buenos tus escritos sobre cosas personales, este también lo es, pero en este caso creo que no solo lo que se relata es personal, sino también el paradigma, a qué estaría aplicando "belleza", por lo que entendí en mi propio paradigma usaría la palabra "esplendor" creo, tal vez el lector ocasional, ávido de intelección en un escrito relativamente críptico apreciaría una oración más, en la que se describa un poco esa "belleza". Por lo demás algunas oraciones me resultan un poco inconexas, siguen girando sobre ese eje del "antes había algo que ya no" pero es como si hablaran de otra cosa. Se nota un cambio de ritmo, haciéndose más fluido hacia el final, las metáforas se van haciendo menos forzadas (la del celofán se la pudiste haber robado a capusoto, faltó al final del párrafo el "porque esto también es rock"). Y en otro tema, sé que uno cuando escribe no puede desdeñar el pozo en que caen sus pepitas de oro, lágrimas, caca o gargajos, pero como opinador me doy el gusto de criticar a mis colegas, que bien pudieron haber estado leyendo un boleto de colectivo por lo profundo de su análisis.
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