viernes, 30 de noviembre de 2012

Amanecer con mayúscula.



Danzaba en el aire, sutil pero energético, delicado pero imponente; sublime, pero aún así, los suficientemente diabólico como para fomentar el pánico en el más valiente de los corazones guerreros de nuestra tierra.
Sus ojos, las leyendas hablaban de los ojos rojos más furiosos que el hombre pudiese ver, pero no resultaba así. Su mirada era muy diferente a la imaginada, ojos negros. Los ojos negros más profundos, miraban con melancolía hacia el barro de la existencia, me sentía tan solo un trozo de tierra. Su mirada estaba enfocada en mí.
El pelaje dorado, las escamas verdes. Me recordaba a los trajes imperiales, hermosas túnicas divinas que tan solo podían ser portadas por semidioses. Pero esto. Esto era aún más bello.
Perdido en mi éxtasis, una voz resonó en mi cabeza.
-Soy la ira contra la ignorancia y la sed del conocimiento,-Dijo en forma de reproche.-soy el principio del fin y como tal el final de lo que alguna vez fue el comienzo,- Su voz se hacía cada vez más fuerte, sonaba como el trueno de una furiosa tormenta.- no soy el bien, no soy el mal;-y finalmente se despidió.- soy tan solo la duda que alberga en el corazón del esperanzado y el creyente.-
Con esto último dicho, desapareció entre las nubes como llego, en una fugaz y hermosa danza. Aún hoy me cuestiono si no lo soñé.
Algunos me decían que ellos representaban el odio, la ira del fuego. Otros decían que tan solo eran el mal.
Pero yo ahora entiendo todo, ellos tan solo son el conocimiento, del bien, del mal, son el conocimiento imparcial del cual está formado el universo.
El bien, el mal, esas solo son historias con etiquetas.

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