domingo, 25 de mayo de 2014

Inrendible.

 Y en la calle es el silencio lo que acecha. Porque no hay nada más atemorizante para el paranoico de extrañas sencilleces que la falta, la ausencia, la negación de que algo exista persiguiéndolo. Así dista de encontrarse a resguardo. Se le notan los ritos, los métodos, la sublime plataforma de acto en la que ha decidido realizar una exhibición de subterfugios y galopes, patinando de tanto en tanto. Son los nervios lo que lo agobian y es la tensión lo que lo envenena.
 El aire. Pesado y palpable como un ladrillo de colorado polvo se le planta de cara a su testarudez y le devuelve cada golpe de voluntad que asesta para continuar su procesión.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi sensación al leer este texto es que nada ni nadie persiguen al protagonista,excepto sus propios pensamientos.Esos ritos,revelan la necesidad de sentirse "a salvo".La ansiedad se libera al practicarlos.Hay miedo bajo sus pisadas,en cada paso.Me pregunto: dónde querrá llegar.Al menos,tiene la voluntad y un mínimo de conciencia para seguir caminando.Que curioso,caminemos por dónde caminemos,hagamos lo que hagamos,tardemos lo que tardemos,todos vamos hacia el mismo lugar...Hacia la nada misma.Suena poco animoso,no?Bueno,curtíte :)Te mando un abrazo.Me gustó leerte!!No dejes de escribir.PD:Niño,la próxima bebé menos o guardate guita pa`l taxi ajja.Besos.Lau