viernes, 19 de agosto de 2011

Dos de tres.

Se recostó sobre su falda y descansando sus pechos sobre los muslos, de marcada constitución de su dueño, exhaló todo el aire que pudo, en un intento vano de relajación. Una vez sintió su palma se le escapó un pequeño grito ahogado por el intento de inhalar aire, propio del proceso respiratorio. Dos veces sintió su mano y sus labios fueron sellados por sus dientes, presionando bajo la furia de un éxtasis efímero, pasajero.
Tres veces sintió como su cuerpo se sometía al deseo de quien la dominaba y rebeldes lágrimas escaparon de sus ojos. Estas lágrimas decadentes eran todo para ella, por que no las sufría como todos los demás hacían al verla. Ella estaba tan enferma como su captor, o quizá más.

No hay comentarios: