viernes, 19 de agosto de 2011

Él y él.

Sentía la sangre bajar por sus brazos; el frío del acero contra su piel; la irritación que le producía el óxido del mismo. La angustia que sentía por no poder soltarse le impedía pensar con claridad. Pero fue así como lo decidió, un pensamiento y fue suficiente. Lo único que pasó por su cabeza fue: “Si no puedo pensar claramente, dejaré de pensar…”Y su mirada se clavó en la nada y ahí fija quedó. Ya no le importaba que su cuerpo fuese profanado, la piel desgarrada, o incluso dado a muerte.Él, solo se dejó llevar.“¿En qué estabas pensando?”, preguntó él.“En nada…”, respondió él.

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